22 feb 2022
La flautista María Toro lleva una década liderando un proyecto a caballo entre varios países y continentes, acoplando a su repertorio las culturas que va incorporando en un camino de exploración musical sin fin. Iniciada en la flauta a los ocho años, obtiene el título superior en su ciudad natal, A Coruña, y da el salto a Madrid, donde combina sus estudios de jazz en la Escuela Creativa con sus intereses en el flamenco. En 2010 inicia su periplo internacional al integrarse en la compañía internacional de flamenco de Zurich Flamencos on Route. En 2011 se instala en Nueva York, donde graba su primer trabajo, A contraluz, centrado en el flamenco jazz, con una banda que integran, entre otros, Jean Michel Pilc al piano. También comparte escenarios con músicos como Richard Bona o Jack Dejonette.
En 2014 cambia Estados Unidos por Brasil, donde pasa a formar parte de la efervescente escena musical de Río de Janeiro. Acompañada de, entre otros, músicos como Hermeto Pascoal, en 2016 graba su segundo trabajo, Araras, que le aporta una cadencia brasileña a su propuesta. Al año siguiente regresa a Madrid, donde mantiene una banda estable y realiza numerosas giras internacionales. En 2020 graba Fume, el tercer álbum que cierra su particular periplo.
María Toro incorpora a su música los diferentes contextos por los que ha pasado, en un aprendizaje continuo que se plasma en sus trabajos. En la última década, la flautista ha trabajado en Suiza, Estados Unidos y Brasil, lugares donde ha residido. En Suiza compuso su primer disco (A Contraluz, 2014, reeditado por Jazz Activist en 2017), que llevó por varias ciudades europeas y grabó finalmente en Nueva York. En Brasil compuso y grabó Araras (Jazz Activist, 2018) mientras presentaba su primer álbum. Y ahora, en España, hizo lo propio con el nuevo disco, Fume (Jazz Activist, 2020) mientras pasea los repertorios de los anteriores álbumes en giras por todo el mundo
Con una idea que nace en el flamenco y crece en el jazz, Toro ha pasado años preparando el camino hacia un lenguaje propio. Su permanente viaje físico le ha permitido contagiarse de músicos locales sin abandonar su raíz, lo que aporta acentos y texturas a su trabajo de solista. Ya sea con destacados artistas europeos, de la escena jazzística neoyorquina o con primeras figuras de la música brasileña, el proyecto tiene un denominador común: la flauta inconfundible de María. Dotada de una personalidad melódica distinguible desde la primera nota, Toro ha conseguido combinar sus dotes de compositora con un alto nivel de arreglos y producción. Todo ello lleva su firma, independientemente de sus acompañantes, dejando patente una verdad tan tópica como aplastante: la música no conoce fronteras. Y si se transporta a través de la flauta de Toro, se vuelve decididamente universal